Beirut y el Salón de los rechazados

 | Beirut – Nantes

Beirut, ese grupo que suena a folk americano, pero que sabe a celta y huele a Rusia y a Méjico. Fue Zach Condon en 2006 quien se lanzó en solitario, pero reunió a un grupo de once músicos que ahora lidera y con los que forma Beirut. Seis años de vida, tres discos bajo el brazo y, entre otros EP´s, Lon Gisland, que nos interesa especialmente:

Un río que corre entre árboles y una barca que lleva a cuatro pasajeros mientras los músicos tocan en el agua. Cuatro pasajos, sí: un guitarrista, un joven que levanta un balón con sus manos y, oh la la, ¿quiénes tenemos ahí?

¡Eso es! Victorine Meurant (una modelo) y Rodolphe Leenhoff (el cuñado de Manet, el pintor). Y con ellos nos vamos hasta 1863, a París, a el Salon des refusés (o salón de los rechazados); porque fue allí donde Manet decidió exponerlos, en mitad de un jardín, y desayunando, claro. Aunque como bien sabemos, colgar esta escena no gustó demasiado a los críticos del momento.

Más de dos metros de altura y casi tres de anchura colgaban de las paredes del Salón de los rechazados, esa galería que los impresionistas (sin saber todavía que lo eran) montaron a espaldas del salón oficial. Allí, el cuadro más irritante fue, sin duda, el que llevó Manet. El desnudo, dicen, pero no fue exactamente aquello. Un escándalo basado en un error grosero: ¿no había en el Louvre más de cincuenta cuadros que mezclaban figuras vestidas y desnudos?

El problema es claro: no es una escena ensoñadora, lejana o legendaria como el Baño turco de Ingres. Esto es una escena real, podría encontrarse en cualquier parque de París. La señorita desnuda nos mira, lo que hace más violenta todavía la escena. Pero, así era Manet. Para él lo moderno no estaba en el tema, sino en precisamente quitarle importancia. Los críticos le reprocharon que trataba las figuras humanas como objetos en un bodegón; pero él era capaz de abordar un Cristo muerto o una prostituta desnuda con el mismo interés exclusivo por la pintura.