Miremos a Italia pero, por favor, antes de Rafael.

| Justin Bieber – Eenie Meenie

Ophelia, de Millais (1852)

Me encantan los prerrafaelistas. Me recuerdan a los Amish, no sé porqué. Me lío, a lo que vamos: tras Miguel Ángel y Rafael, cualquier pintor quería ser como ellos, normal por otra parte. Incluso había quien decía que ya no se podía superar a la artillería pesada del renacimento, el trío de oro: Miguel Ángel, Rafael y Leonardo. Pero en Inglaterra hubo un grupo que les dijo a los pintores de la Academia: Señores, sus cuadros son muy bellos y elegantes, pero nada sinceros. Estáis copiando. Miremos a Italia, de acuerdo, pero, por favor, antes de Rafael. Volvamos a esos colores luminosos que nos enseñaron Florencia e Italia. De ahí el nombre: prerrafaelitas o prerrafaelistas.

¿Gustaron? Ni en broma. Este cuadro lo realizó Millais, en 1850. Se titula: Cristo en casa de sus padres. Por entonces, el novelista Charles Dickens andaba por ahí, y cuando vio este en concreto dijo: Esta Sagrada Familia parece un grupo de alcohólicos de los barrios bajos, en poses ridículas y absurdamente medievales. Pero es que posiblemente fuera más así que como lo pintaban los colegas Renacentistas. Por ejemplo, Rosetti, otro prerrafaelista, pinto así la Anunciación ese mismo año.

Tampoco gustó, ¿María asustada al recibir la noticia, desde cuándo? Pero es que, pensémoslo, la noticia no es nada fácil de asimilar. Y es lo que hacían, los temas bíblicos los acercaban a la realidad.

Hay una serie que se llama Desesperados Románticos, que no puede llamarse más desacertadamente pero que es genial. Trata sobre la vida de estos artistas, los prerrafaelistas. Os traigo una escena que me encantó. Es Millais pintando Ophelia (la obra que preside este post). Posó a su novia-modelo en una bañera para simular el río, y pasó lo que estaba claro que iba a pasar.