Una historia de celos

| She & Him – Why Do You Let Me Stay Here

La Madeleine es una de las mejores pinturas de Ramón Casas, impresionista catalán que durante unos años residió en París, en los edificios cercanos al Moulin de la Galette. Parece ser que aquí, en España, no se le entendió muy bien; así que marchó a tierras francesas, donde nada más llegar le bastó con mostrar unos dibujos al prestigioso pintor académico Carolus-Duran para que le aceptara en su codiciado taller parisino.

Esto es la historia del hermano mayor que abre camino al pequeño. Aquí Ramón Casas no llegó con las manos vacías, tenemos que recordar cómo los impresionistas flipaban con las pinturas de Velázquez, que tanto influyeron en sus exposiciones. La devoción por la escuela española era bastante clara.

Madeleine fue expuesta en el Salón de los rechazados en 1892. Gustó muchísimo. Un cronista del Paix (21 de marzo de 1892) destacaba “el busto de la joven vestida de rojo recortada sobre el fondo de la sala donde pululan confusamente vagos personajes”. En Barcelona las críticas fueron un poco más explicitas, donde no se dudaba que la muchacha era de vida alegre y moral distraida.

Pero no fue exactamente eso lo que Ramón Casas captó en su caballete. Otra vez el truco del espejo del que hablabamos ayer. Miren bien la mirada de Madeleine: ¿qué mira?, ¿a quién observa?

Parece que el periodista del periódico La Renaixensa lo vio a la primera: […] pero, ¡y la expresión de aquella ávola fembra, furiosa y celosa contemplando tal vez la alegría de su rival, no está justa y dramáticamente expresada? Celos y celos, a Madeleine no le gusta lo que ve.

También el periodista Casellas, del periódico La Vanguardia, observó algo parecido: […] la pasmosa ductilidad con que el artista pasa desde el alfa a la omega, en este abecedario complicado e infinito de la idiosincrasisa femenil, y citaba como ejemplo, la hembra encarnada, hermosa bestia de placer, ante cuyos turbios y glaciales ojos parecen haber pasado en huracán desenfrenado todos los espectaculos de la obscenidad más delirante.