Olivia Laing ha publicado su tercer libro, The Lonely City, una investigación sobre cómo han abordado algunos artistas -entre ellos, Hopper, Warhol o Henry Darger- el tema de la soledad en las ciudades.
Este libro nace de una experiencia personal de la autora: la sensación de sentirse realmente sola cuando vive una separación amorosa a los 30 años. Una sensación que le produjo un tremendo dolor pero que, gracias a la obra de algunos artistas, encontró el consuelo necesario y la ayuda que necesitó para comprender que la experiencia de la soledad es, según la autora, la sensación más grande de estar vivo.
Laing explica que existe una imagen común de las ciudades en todo el mundo: un 6º, un 17º o un 43º, no importa, la ciudad se revela a uno mismo como un conjunto de celdas, de cien mil ventanas, algunas oscuras, otras con luz que muestran en su interior extraños que van de lado a lado, posiblemente atendiendo asuntos de negocio en sus horas privadas. Es cierto que la sensación de soledad puede vivirse en cualquier lugar del mundo, pero para la autora ésta tiene un sabor particular cuando se vive en una ciudad.
Laing era consciente de que aquella experiencia que vivió era común y que otros escritores, cineastas, pintores o fotógrafos habían trabajado sobre ella, así que decidió acudir a su obra para ver cómo ellos se habían enfrentado a su misma situación. Encontró consuelo en aquellas imágenes y comenzaron a formar parte de su próxima investigación, que ahora se publica en su libro. Lo que al comienzo fue algo doloroso se convirtió en motivo de extraña fascinación para ella.
But I was at the time beginning to fall in love with images, to find a solace in them I didn’t find elsewhere, and so I conducted the majority of my investigations within the visual realm. I sought out artists who seemed to articulate or be troubled by loneliness, particularly as it manifests in cities.
Aunque la autora también acude a la obra de otros artistas como Warhol, Henry Darger o David Wojnarowicz, el lugar donde comienza la investigación es, obviamente, Edward Hopper. En él encuentra la mayor exposición de la soledad, aun cuando ésta se da en compañía. Los personajes de sus cuadros no se relacionan entre sí, lo que ilustraba una de las creencias de Laing: la soledad no es física, sino la falta de conexión con los demás que te rodean y se encuentran cerca. Nighthawks era para ella un inmenso acuario urbano, una celda de vidrio donde nadie se comunicaba, dejando en el aire si el bar es un refugio del aislado, un lugar de auxilio o un simple ejemplo de la soledad que invade los espacios urbanos.
En todas sus obras, Laing encontró una revelación: el vidrio como símbolo de la soledad que ella intentaba comprender. La ventana como una burbuja de cristal que separaba el bar de la urbe, que impedía el contacto con los demás y que le dejaba expuesta a los demás. Hopper luchó contra la soledad y en esa lucha encontró la belleza que reside en ella.
Tras su investigación, Laing comprendió que la soledad era “un lugar especial”, la máxima expresión del acto mismo de estar vivo.
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