El neoimpresionismo: la reacción al impresionismo. Seurat.

El neoimpresionismo es también conocido como puntillismo o divisionismo. Nació en 1886 como una variante del impresionismo.


Quién creó el neoimpresionismo
El movimiento fue liderado por el pintor Georges Seurat.Las ideas de Seurat fueron seguidas por Signac; ambos se conocieron en el Salón de los Independientes de París del año 1884, lugar en que exponían los pintores aún desconocidos, a los que la Academia Francesa no reconocía suficiente calidad para exponer en la muestra oficial. En 1885 se les unió Camille Pissarro; los tres pintores formaron el núcleo del grupo que sería luego conocido con el nombre de neoimpresionistas o puntillistas. Al igual que los impresionistas, buscaban expresar las calidades esenciales de la luz y el color. Pero a pesar de apuntar a objetivos similares, estos dos movimientos pictóricos se contraponían. A pesar de lo aparentemente acertado de la denominación de puntillismo, sobre todo en lo que se refiere a la técnica de este grupo, ni Seurat ni Signac la aceptaron nunca y ambos condenaron y evitaron rigurosamente este término a favor del de divisionismo, que abarcaba mejor todas sus innovaciones.

En qué consiste el puntillismo
El procedimiento artístico de estos artistas consiste en sustituir las pinceladas yuxtapuestas de los impresionistas por puntos. De esta manera, los puntos son colores puros que sustituyen a las pinceladas sobre la tela y, por tanto, hay un cambio en el gesto y en la manera en la que el pintor se relaciona con la obra. Es más racional y científica, menos emocional. Georges Seurat llevó a cabo estudios cromáticos y llegó a la división de tonos por la posición de toques de color que, mirados a cierta distancia, crean en la retina las combinaciones deseadas.

El arte es armonía. La armonía es la analogía de los contrarios, y de similares elementos del tono, del color, y de la línea, considerados a través de su dominancia y bajo la influencia de la luz en combinaciones alegres, serenas o tristes.
Carta a Maurice Beaubourg 1890
Georges Pierre Seurat

¿Comparte características con el impresionismo?
Sí. Como se ha explicado al comienzo, el neoimpresionismo es una variante del impresionismo, por lo que comparte características comunes. Respecto a la temática, los neoimpresionistas también viven el París de fin de siglo y se interesan por los lugares de ocio. Los cafés, los espectáculos circenses, los parques de la ciudad serán los escenarios para las obras de estos pintores.

Charles Angrand, 1887. El puntillismo sustituye la pincelada por puntos.
Detalle de los personajes de la obra de Charles Angrand.

¿En qué se diferencia del impresionismo?
El crítico de arte Fénéon señaló que las raíces del movimiento se situaban en las artes visuales del Impresionismo, pero se ofrecía, a su vez, una nueva lectura del color y la línea en la práctica de Seurat y Signac, y el trasfondo teórico de los escritos de Chevreul y Charles Blanc. Es decir, el movimiento tenía una visión científica, y pretendía poner en armonía arte y ciencia.  Gracias a los teóricos, el puntillismo vio abierto ante sí un campo en el que su tarea habría de ser la aplicación metódica de sus conocimientos y la reconciliación de los rígidos principios del dibujo con los principios ópticos intuidos por los grandes coloristas. La mente lógica y reflexiva de estos pintores pedía la reducción del instinto al orden, del impulso al cálculo, reduciendo a lo esencial, no sólo los temas de la vida moderna o el paisaje, sino también el método impresionista de presentarlos.

El color está controlado por leyes fijas, se puede enseñar como la música.
Charles Blanc
Gramatica Ades arts du dessin, 1865

De hecho, la declaración de Charles Blanc resume la actitud de los puntillistas ante las posibilidades expresivas del arte e indica su programa. Según esto, al igual que existen relaciones matemáticas entre los tonos musicales, hay relaciones físicas entre los colores, que pueden demostrarse en el laboratorio y llevarse a efecto en el estudio. Con el fin de estudiar con más detalle la interacción de los colores y sus complementarios, algunos puntillistas confeccionaron un disco en el que reunían todos los matices del arco iris, unidos unos a otros mediante un número determinado de colores intermedios.

Los experimentos físicos habían probado también que la mezcla de colores los ensucia y desemboca finalmente en el negro. Por ello, la única mezcla capaz de producir el efecto deseado es la mezcla óptica, que se convierte así en el factor predominante de su ejecución. Tras haber reunido por separado en sus telas los elementos individuales de color presentes en la naturaleza, el pintor asignaba a la retina del espectador la tarea de unirlos de nuevo. La técnica de pinceladas de los impresionistas no permitía la exactitud matemática que necesitaban los puntillistas para aplicar su sistema con pleno rendimiento. Paul Signac, en su libro De Delacroix al neoimpresionismo, reveló los secretos de esta técnica, que parte del principio de que el color negro no existe en la naturaleza y que, por ello, consigue los tonos grises sin recurrir al mismo. El “puntillismo”, designación que no era del agrado de sus creadores, toma el nombre de los puntos y rayas cortas yuxtapuestas que componen la trama de esta pintura.

En este sentido, sus estudios de luz y color sobrepasan los realizados por cualquiera de los impresionistas, pero también se encontraron con mayores dificultades. Con más conocimientos y un ojo más disciplinado, tenían que hallar todos los matices del espectro luminoso, así como un modo de iluminar u oscurecer un matiz dado en relación con los contrastes simultáneos producidos por los colores que le rodeaban. Una de las obras más notables en ese sentido es Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte de Seurat.

Fin del neoimpresionismo
La influencia del puntillismo fue amplia, pero de corta duración, pues lo estricto de las reglas chocaba con la sensibilidad propia de cada artista. Además, las ideas en sí mismas eran difíciles de llevar a la práctica y la teoría dejaba muchos problemas sin resolver. Cuando los pequeños puntos no lograban fundirse, producían el mismo efecto que un mosaico. Sin embargo, aun cuando el puntillismo fuera rápidamente abandonado, obtuvo muchos logros, entre los que se cuenta el de propiciar la creencia de que el arte debía apoyarse en el conocimiento científico, idea que, de algún modo, condujo al nacimiento del cubismo y del arte abstracto.


GEORGES SEURAT
(París, 1859 – París, 1891)

Ingresó muy joven en el taller de Lehmann, donde aprendió las teorías acerca de la luz y el color inspiradas en el clasicismo de Ingres. Más tarde participó en la fundación del Salón de Artistas Independientes, que agrupaba pintores de nuevas tendencias como el neoimpresionismo o puntillismo, corriente de la que fue el iniciador. Seurat llevó al límite la experiencia impresionista y, en lugar de reproducir los efectos de la luz, empezó a pintar mediante toques aislados y a plasmar las formas reducidas a sus características esenciales. En un lapso de siete años realizó sus cuadros más importantes: Un baño en Asnières (1884), Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (1886), su obra maestra, y Parada del circo (1888), entre muchas otras. Los aspectos técnicos de su obra influirían en los fauves, y sus rigurosos estudios teóricos, en los cubistas. [Fuente]

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Un baño en Asnières, 1884,  Seurat.

Un baño en Asnières, 1884. Seurat intentó exponer esta obra en el Salón de París ese año. Sin éxito, le ofrecieron exponer en el Salón de los Rechazados. Pero no aceptó. Para la preparación de la obra, Seurat realizó 14 bocetos al óleo y dibujos preparatorios. Se puede observar cómo la vegetación, el agua y sus contornos tienen una atmósfera impresionista pero, como destaca el historiador J.A. Ramirez, las figuras humanas muestran un perfil neto, como si fuera un bajo relieve y con posturas nada casuales. La obra representa una instantánea de la vida de los suburbios de París. Asnières era un área donde los parisinos concurrían únicamente en los días estivales para andar en barca o bañarse en las aguas del Sena. La escena se sitúa en la periferia de París, acudían allí parisinos que no podían pagar un billete de tren hasta otros sitios de recreo, como Argenteuil. 

Su manera de realizar la pintura fue también totalmente diferente de la de los impresionistas: trabajó la escena en su estudio durante un largo período de tiempo, y utilizó tanto apuntes realizados en forma impresionista como dibujos cuidados y casi académicos para cada detalle del cuadro, incluyendo las ropas de los bañistas dejadas en el suelo. El resultado es una pintura de permanente y clásica calidad, en que cada línea, cada color, están calculados con precisión científica y donde no hay nada accidental.

Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, 1884-1886, Seurat.

Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, 1884-86. Seurat presenta esta obra en la octava y última exposición impresionista (1886) con gran éxito. Las clases parisienses más respetables acudían las tardes de los domingos a la isla de la Grande Jatte, en el río Sena, para pasear. Tras muchas horas de observación y numerosos bocetos del lugar (se conocen sesenta estudios y bocetos de esta obra), Seurat inmortalizó uno de esos momentos.

Su esquema compositivo es más complejo que el de Un baño en Asnières, dada la necesidad de integrar armónicamente cuarenta personajes en un amplio paisaje. En esta obra monumental, el pintor radicalizó su propuesta al contraponer un espacio escalonado frente al esquema bidimensional de las figuras, cuyos perfiles están nítidamente delimitados. En la obra aparece algún elemento simbólico, como el mono del primer plano que, a pesar de ser una mascota corriente en la época, tradicionalmente se ha presentado como la personificación del erotismo. 

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La parada, 1888, Seurat.

La parada, 1888. Seurat representó un espacio nocturno iluminado por luz de gas, bajo una atmósfera densa y tenebrosa. En esta ocasión las formas geométricas deshumanizan a los personajes, dotándolos de cierta rigidez arcaizante. En general, su obra se caracteriza por sus figuras hieráticas que nos recuerdan, en cierto modo, la escultura egipcia y a Piero della Francesca. Sus cuadros son un claro rechazo de la pintura de carácter “romántico” cultivada por Manet, y su obra estableció las premisas de lo que más tarde sería el fauvismo y el cubismo.