Casas con arte

| The Kooks – Naive

Los Nobel de la arquitectura, así es como ha llamado la revista Descubrir el arte a su próximo coleccionable (que empezará a partir de noviembre). “Firmeza, utilidad y belleza”, la máxima con la que el tratadista romano Vitrubio definió la mejor arquitectura impregna todavía hoy, veinte siglos después, una disciplina única, a mitad de camino entre la técnica y la creación plástica. La obra de arte global y la única que es habitable y se ciñe al ser humano hasta formar su segunda piel.

Son los premios Pritzker, y nos trae a ocho de ellos. Vamos a conocerlos.

Norman Foster, arquitectura global. La arquitectura es sensible al lugar y a su cultura, pero su diseño puede tener aspectos globalizados. El resto es que sea un proyecto comprometido con la identidad de un país y, a su vez, una propuesta vanguardista y ejecutada con tecnología punta.

Rafael Moneo, clasicismo intemporal. Concibo la arquitectura de una manera que nunca olvida la continuidad, en cierto modo inevitable, y que va más allá de la adscripción a determinados lenguajes o interpretaciones de cómo construir.

Oscar Niemeyer, la poética de la curva. La ciudad perfecta se construye sobre bases humanas, y sólo será posible cuando logremos una sociedad mejor y más solidaria. A partir de entonces, las urbes adoptarán una arquitectura bella y serán acogedoras.

Zaha Hadid, geometría orgánica. A la gente le gusta el paisaje o la naturaleza extrema, radical: busca fantasía y experiencias que puedan impactar en su vida. Yo me planteo la arquitectura de ese modo.

Kavin Roche, matemática visual. Aplico a la arquitectura la teoría de Jung sobre la conveniencia de que los hombres estén conectados con la naturaleza.

Álvaro Siza, racionalismo intuitivo. La intuición es muy importante para mí: sé que puede engañar, pero es el antídoto contra la duda. Mi segunda herramienta de trabajo es el diálogo: el debate desde distintas especialidades.

Herzog & de Meuron, pragmatismo sensual. Todo empezó con la Tate: esa idea cambió Londres y nos ayudó a ser lo que somos hoy. En realidad, inventamos el minimalismo para escapar del posmodernismo de los años ochenta.

Richard Rogers, conciencia social. Cada edificio modifica la naturaleza del entorno: si no fuera así, aún viviríamos en las cavernas.