En los ojos de Jeffries

 | Stereophonics – She’s Alright

Así se encuentra el espectador: atado de pies y manos mediante unos finos hilos que Hitchcock ha decidido colocarnos para divertirse durante 112 minutos de película. Somos marionetas que sólo podemos conocer y saber aquello que él quiere. El espectador siente que ya no es el privilegiado observador de aquello que ocurre en la pantalla, ese observador que en ocasiones sabe más que los propios personajes. Esta vez no.

Hace un año escribí sobre los métodos que Hitchcock utiliza en esta película para mantener al espectador en la intriga absoluta. ¿Cómo conseguirlo? Ya lo hemos dicho: no nos deja saber más de lo que sabe Jeffries, el protagonista, ese es todo su secreto. No podemos ver más allá de lo que ve él.

La cámara no se mueve del salón, pues Jeffries está escayolado y tampoco puede hacerlo. Vemos lo que ocurre en el edificio de enfrente, pero siempre se interpondrá entre nosotros y aquellas acciones los cristales y marcos de la ventana del salón de Jeffries. Los demás personajes se mueven por el resto de la casa, pero ¡oh!, nosotros no podemos. La distancia de la cámara es la misma distancia que la de Jeffries. El espectador ve con la misma dificultad que el protagonista. Hay momentos en los que echa mano de los objetivos y zooms de sus cámaras para poder acercarse a las acciones. Es entonces cuando el plano no se presenta completo, sino con los bordes en negro y formando una especie de mirilla.