Victor Eusa, el Gaudí de Pamplona

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Años 30. Pamplona. La ciudad crece y la euforia por la construcción se apodera de un joven arquitecto que proyectará no sólo edificios, sino plazas, calles y espacios urbanos en todo el Segundo Ensanche de la ciudad. Llega, con él, el expresionismo poético a Pamplona.

Recuerdo la casi permanente dedicación a su trabajo: largas jornadas en el despacho y luego, el tiempo libre en casa, sentado en su sillón, ojeando revistas y más revistas de arquitectura. En cualquier rincón de la casa encontrábamos papeles, sobres o periódicos llenos de dibujos. Hace años me parecía normal; ahora, con la perspectiva que da el tiempo, veo cómo esa gran vocación convirtió su trabajo en diversión, y que su diversión era el trabajo. Es Miguel Ángel Eusa, hijo del arquitecto Victor Eusa, quien configuró la imagen moderna de la ciudad de Pamplona.

La Pamplona moderna
Nos encontramos en los años 30, aquellos momentos de construcción del Ensanche, extensión tardía de la ciudad para la que se proyectó un trazado reticular: las calles, paralelas y perpendiculares unas con otras. En definitiva, un tablero de ajedrez, calles sin movimiento alguno. Sin duda, un proyecto con dificultades para un arquitecto expresionista, quien busca en sus obras acción, comunicación, a través de la fragmentación o la distorsión en sus edificios. Sin embargo, ¿supuso de verdad un problema para Victor Eusa?

En absoluto. Francia, Italia, Inglaterra, Turquía, Egipto o Jerusalén son algunos de los destinos de tantos viajes que el arquitecto realizó en la segunda década del siglo XX. Para cuando llegó a Pamplona después, en 1924, ya habría absorbido todas las influencias posibles del resto de Europa. Siempre sensible a todo lo que se ofrecía ante él en las revistas de la época y en estos frecuentes viajes al extranjero, pudo asumir distintos lenguajes y registros arquitectónicos que le sirvieron para lucirlos en su ciudad natal, Pamplona.

 

De esta manera, su arquitectura se vio tocada durante estas cinco décadas por tendencias muy diversas: desde el clasicismo europeo hasta la influencia vienesa, pasando por la inspiración en el neomudéjar o el regionalismo vasco. ¿Cuál es el resultado de toda esta absorción de lenguajes? Un expresionismo de raíz Art Déco genuinamente personal. Hay que tener en cuenta que este estilo se vio truncado por la Guerra y sus secuelas nacionalistas, caldo de cultivo más propicio al clasicismo, como observamos en el Monumento a los Caídos, en la plaza Conde Rodezno.

Fuera como fuere, Victor se presentó en Pamplona como un arquitecto con proyectos nacionales pero decidido a trabajar en su localidad. Una ciudad pequeña pero que le permitiría poder expresar su arquitectura de una forma más personal y valiente.

Su obra
De esta manera, su obra resuelve el problema de los ejes cartesianos de la retícula; Eusa comienza a trasladar la atención a las esquinas del edificio. Frente al equilibrio, opta por el dinamismo del ángulo que tiende a descompensar todo el edificio. Como consecuencia, las calles quedan mucho más ligadas a los edificios, perdiendo la rigida delimitación del tablero de ajedrez.

 

El arquitecto propone la esquina como principal foco de su intención expresiva, mientras que el resto del edificio constituirá una caída de tensión, un segundo plano de interés. Así, los cruces de las calles cobraron una nueva dimensión, como una especie de pequeña plaza en la cual las esquinas de los edificios se transformaron en las verdaderas fachadas. Cualquier ejemplo es válido, como la casa de la calle Fernandez Arenas, en el número 4, o en el Colegio Maristas.

Su mejor edificio
“Victor Eusa nos muestra cómo un arquitecto con una fuerte personalidad creadora, desde la soledad de su estudio, partiendo del oficio, rodeado de sus recuerdos de viaje, de sus arquitecturas armadas, de su autobiografía en definitiva, trabajando segura e infatigablemente, pero al mismo tiempo animado y exaltado con la grandiosa perspectiva de transformar en arquitectura las necesidades humanas construyendo su ciudad, puede llevar a la práctica una obra que nos sorprende y admira por sus dimensiones, significado y calidad”, escribe  el arquitecto Manuel Íñiguez. “Pero, – recuerda Miguel Ángel Eusa, su hijo – el proyecto más ambicioso de su vida ha sido el edificio de su propia personalidad. Piedra sobre piedra, a lo largo de los años, sus trabajos han ido levantando ese edificio sólido, sereno y equilibrado”.

 

Reportaje: elaboración propia

Imágenes:
– Actuales: propias
– Antiguas:
Calles y barrios de Pamplona

Fuentes:
– Victor Eusa arquitecto (
*)
– Emigración, urbanismo y arquitectura en Huarte (
*)

Título: El Gaudí de Pamplona
Jorge Latorre