De Miguel Ángel a Kandinsky

| Eels – Novocaine For The Soul

El mismo Greco se fue de Roma diciendo que Miguel Ángel no sabía pintar. Y a lo mejor tenía razón, la Capilla Sixtina está siempre en continuas reformas, y no hay manera de que la pintura aguante. Ojo, ya nos gustaría poder hacer esto, pero las cosas como son, y Miguel Ángel, lo que mejor hacía era esculpir.

Fue el Papa Julio II quien le encargó pintar la bóveda. Hombre, no nos vamos a engañar, a Miguel Ángel no le apetecía ni un poco. Y de hecho, le trajo muchos problemas. Se pasaba días sin comer ni dormir por seguir pintando y tuvo serios dolores de espalda por pintar de aquellas maneras. Es un techo, claro, a 20 metros de altura.

Es una imagen de la película El tormento y el éxtasis (que, por cierto, hablaremos de ella en breves) donde se nos muestra a un papa irritado por ver que la obra no avanzaba y a un artista quemado por las prisas del mecenas. Se gritaban de lado a lado de Capilla Sixtina:

– ¡Miguel Ángel! ¿Cuándo vas a terminar de una vez?
– ¡Lo acabaré cuando termine!

Fuera como fuese, nos dejó allí algo que todo el mundo reconoce y que caló muy hondo, aun en artistas que pensamos que, en principio, no tienen mucho que ver. Este es Kandinsky en un detalle de su Composición nº8:

En el libro De lo espiritual en el arte, Kandinsky nos habla de la espiritualidad que se esconde tras sus dibujos. El arte nuevo debe basarse en un lenguaje de color y da las pautas sobre las propiedades emocionales de cada tono y de cada color. Pero cuidado, aquí está la clave: a diferencia de teorías sobre el color más antiguas, él no se interesa por el espectro sino sólo en la respuesta del alma. Él mismo dirá : ¿por qué no conseguir con líneas y formas geométricas aquella tensión voltaica que consiguió Miguel Angel hace 500 años?