¿El arte por el arte?

| Gabriele Urbain – Pavane Opera 50

El arte por el arte, la pintura por la pintura de Malevich dio lugar a que una alumna preguntara en clase de arte contemporáneo: ¿Pero por qué no pasa la diapositiva? Pensando que no había nada. Era Blanco sobre Blanco.

Más allá de la anécdota (historia real) y, dicho sea de paso, del “esto lo hace mi hermano pequeño”, pongámonos un poco en contexto. Estamos en 1910 (por moderno/Ikea que nos parezca la obra). ¿Los artistas? Cansados de la realidad que los rodea. Siempre un poco visionarios, con esa capacidad de anticiparse a los acontecimientos. Y allí estaban: los expresionistas, los abstractos, y todos aquellos que pensaban: Hey, que algo no va bien, avisamos (La Primera Guerra Mundial les dio más tarde la razón).

Y, entre ellos, Malevich. La revolución bolchevique fraguando, aquella que situaba al hombre en el centro y que prescinde de cualquier elemento que le rodee, en el caldo de cultivo del pintor. Visto ahora, un siglo después, pensamos que quizá es demasiado lógico que llegará a pintar Blanco sobre Blanco. ¿Qué hizo? Romper definitivamente la relación entre obra y realidad, y jugar solo con lineas, colores y formas. La realidad no me gusta, ¿para qué copiarla? Un arte despojado de sentimiento y referencias a la naturaleza. Un arte intelectual.

E iban muy pero que muy en serio. Los pintores estudiaban cada una de sus obras, por simples que puedan parecernos, y por eso Piet Mondrian y Theo van Doesburg reñían sin parar. Los chicos de la Bauhaus.

Esto es lo que hacía Mondrian. Simplificación de las formas al máximo y, además, aplicación de la teoría de Shopenmaker: dos fuerzas, la horizontal (movimiento de rotación de la tierra) y un movimiento vertical (los rayos que emanan del sol y que llegan hasta la tierra). Y eso es lo que nos presenta: la tensión de esas fuerzas. Cuando quiera expresar más reposo, más calma, pintará más líneas horizontales, y viceversa. Pero cuando ya tenía montada toda la teoría, llega su colega, y hablando en nombre de la misma escuela (Bauhaus), propone esto:

Theo van Doesburg, el máximo defensor de la línea diagonal, algo que Mondrian se negó a aceptar y que les llevó a eternas riñas a estos dos profesores de la Bauhaus. ¿El arte por el arte?