San Lorenzo: Caravaggio y Bernini

| Cantos – Ego Clamavi

Que el Monasterio del Escorial tenga forma de parrilla no nos debe sorprender. Se escogió esa planta en honor a San Lorenzo, martirizado en Roma en una parrilla. Su santo se celebra el 10 de agosto (o sea, hoy),  día en el que según la leyenda le metieron en la hoguera. Aquí le recordamos mediante la arquitectura pero, ¿y en Roma? ¿Cuál es la gran obra? No hay duda: Gian Lorenzo Bernini.

Bernini llego a Roma en 1605, justo al mismo tiempo que los impactantes dramas callejeros de Caravaggio electrificaban a la iglesia, dando una nueva visión de cómo conmover al rebaño. No más santos remotos. A cambio: el impactante teatro de las pasiones terrenales.

Entonces, ¿cómo superas a Caravaggio? Respuesta: no puedes, sino en escultura.

Este es San Lorenzo siendo asado vivo por sus creencias cristianas. Bernini tenía 16 años cuando hizo esto. Estaba intenando capturar el momento de dolor trascendente cuando, si creemos las leyendas, San Lorenzo se vuelve a sus ejecutores y dice en un momento de chispa macabra: Denme vuelta, chicos, este lado está listo. No es de extrañar que se volviera en el santo patrono de los cocineros. Pero hay algo serio aquí: cuando la mano de San Lorenzo toca la llama, una misteriosa trasformación tiene lugar.

Los cronistas dijeron que el olor de carne chamuscada se volvió fragante. El dolor y la dulzura se volvieron uno. El tormento se volvió éxtasis. Un ensayo, tal vez, de una terrible y dulce experiencia por venir.

Bernini amaba jugar con fuego. No podía evitarlo. Aquí es un alma condenada. Es un autorretrato.

Quemó su propio brazo con una llama desnuda gritando en un espejo para conseguir la expresión correctamente. Un extremista por su arte, entonces, pero también tal vez alguien capaz de impulsivos actos de violencia. Aún, es un drama de la carne que nadie, ni siquiera Miguel Ángel, había hecho tan apasionante.Y Bernini conocía todo sobre la pasión: de eso trataba su arte. Fue esa intensidad física la que transformaría su escultura. nadie antes que Bernini había logrado hacer el mármol tan carnal.

En sus ágiles manos, el mármol temblaba y sudaba. El podía cambiar un material por otro: mármol en cabello, hojas, telas… y, desde luego, carne. Toda la intención de la escultura clásica era hacer de los humanos menos humanos, dar a la carne mortal la pesada suavidad de la inmortalidad. Así que muchos terminaron luciendo divinos, pero carentes de sangre. Y después vino Bernini y, de repente, incluso el David de Miguel Ángel parece inmóvil.

Bernini tiene ahora 20 años y es la superestrella de Roma. Lo tenía todo: ingenioso, encantador, sexy, extremadamente bien educado, terriblemente culto, ferozmente disciplinado, puntual con las entregas y no bebía. En otras palabras: lo opuesto a Caravaggio.

* Fotos e historia obtenidas de capturas del documental. BBC | Power of Art – Bernini