Unas líneas de agradecimiento antes de empezar 2013, ¡y feliz año!

No podía entrar en 2013 sin escribiros unas líneas antes de cerrar el 2012. Porque menudo año, como para mandarlo lejos de una patada. Nos movieron en Facebook perdiendo muchos seguidores, los post de la web se quedaron sin imágenes gracias al novedoso sistema de wordpress, cada día nacen y crecen nuevos y muy buenos blogs de arte, comunicación cultural, gestión museística y mil cosas que me vienen a la mente, pero ahí seguís. Compartiendo cada consejo que intento aportar, cada tontería que recomiendo, cada foto que descubro con vosotros. No falláis ni una. Solo puedo daros las gracias a todos los que hacéis posible El arte por el arte. Gracias por estar ahí. Prometo levantar este grupo con la misma ilusión que comencé el anterior, porque os lo merecéis todo.

Pero 2013 también ha tenido cosas buenas, claro que sí.

Desvirtualicé a algunas personas –y maestros para mí, claro- en aquel congreso de redes sociales y museos, en el MUSAC –León-, con la gentil Araceli que nos recibió a todos con la mejor de sus caras y sonrisas, y que aún habiendo estado días preparándolo día y noche, sacó sus últimas fuerzas para que todo saliera genial. Y salió, vaya que sí salió. Araceli, gracias.

Allí, por cierto, conocí (¡por fin!) a Nuria, de la que tanto aprendo. La que tanto me inspira. Sí, la chica que ve arte en todas partes. Desde aquí, gracias: a tu instagram, a tu twitter, a tu Facebook, a tu blog, y a todo lo que haces, porque a muchos nos alegras el día de trabajo. El día en general. De gente como tú aprendemos que el arte es una de las cosas más bonitas y divertidas que hay. Los post-its que has recogido estas Navidades nos han sacado más de una sonrisa estos días. Nuria, gracias por todo lo que haces, se nota que lo haces de corazón, y eso hoy se cuenta con los dedos de una mano.

Después de aquel congreso, llegó el verano. Así que subí a mi mesa, en la universidad, ordené y recogí todo lo que había por allí en una caja, y me lo llevé a Bilbao. Allí pasaría los próximos tres meses comenzando a escribir mi tesis. Sobra agradecer al Museo Bellas Artes y al Museo Guggenheim que me abrieron todos y cada uno de los días de este verano las puertas de su biblioteca y me facilitaron todo el material que pedí como una pesada cada mañana y cada tarde.

Gracias a Patri y Javi, por abrirme, también, de par en par las puertas de su casa, de sus amigos, de su ciudad y de todo lo que pudieron poner a mi disposición. Gracias por las horas y horas y horas de conversación sobre lo bonita y fea que es la vida.

Bilbao fue divertido. Pero, qué decir, trabajar en un museo es un placer. Ver cómo toda la gente acude a visitar las obras de Hockney a casi 40 grados, escuchar los maravillosos conciertos de jazz que se oyen los domingos poniendo banda sonora a Puppy o simplemente pasear un rato entre los libros de las biblioteca es una auténtica maravilla.

Pero vaya, que sólo volví a confirmar lo que ya me había enseñado Guillermo Miranda –Web y Nuevos Medios- en mi paso por el Thyssen de Madrid. Sus llamadas por teléfono, sus conversaciones él sólo consigo mismo –sí, Guillermo, de ahí también aprendía-, sus reuniones, sus visitas al despacho de otra gente del museo (Rufino, gracias a ti también, era un gusto oírte hablar), como por aquel entonces twitter nos maravillaba y el museo estaba creando una red de blogs como total novedad. Recuerdo de aquello muchos momentos, con mucho cariño. Recuerdo, por ejemplo, cuando me mostraste la iniciativa (entonces se hacía por primera vez) de Ask A Curator. Cuando me hacías ir al ordenador a ver las presentaciones de Pilar Gonzalo, del museo Reina Sofia; con la admiración que mostrabas por su trabajo y lo que aprendías de ella. (Y yo con vosotros: gracias, Pilar, porque desde entonces sigo tu trabajo de cerca e intento quedarme con todo lo que puedo, transmites energía positiva, y de eso queda poco hoy). Cuando revisabas mi trabajo y me felicitabas, y también cuando revisabas mi trabajo y me ponías cara de “qué has hecho, Zuri”. Cuando me recomendabas aplicaciones para el iphone o me preguntabas por las que yo llevaba en el móvil, porque decías que te ayudaba a entender el nuevo público del museo. Leches, es que recuerdo con cariño hasta cuando te fuiste de vacaciones y me escribiste para regar el bambú que tenías en la mesa. Pero, si nos ponemos serios, te debo algo, que, si no, no estaría escribiendo estas líneas: recuerdo cuando me mandaste “How to Write a Good Blog Post”, de Jeff Gates, del Smithsonian Museum, y, entonces, me recomendaste abrir un blog. Y nació El arte por el arte. Me da vergüenza darte las gracias, porque es ridículo comparado con todo lo que me has enseñado. Pero es lo más sincero que se me ocurre ahora mismo: gracias, Guillermo.

Pero el mundo de los museos (espero, cruzo los dedos y toco madera) llegará después, cuando acabe mi tesis. De momento, 2012, en ello estamos. Y desde luego, no se hace sola. Gracias a Jorge, mi director, y de quién aprendí a mirar. Quien se lee mil veces, si hace falta, un artículo o conferencia hasta que está perfecta. Gracias a Efrén, que aunque es un poco pesado (él me entiende, se lo digo con cariño) siempre tiene algo que decirte. Y, si no, te da bombones de su tierra, que están muy ricos. Ana, colega, gracias. Gracias por aquel viaje a Tudela, gracias por ponerme en el coche del viaje a Bruce Springsteen (lo reconozco, ahí me ganaste) y gracias por darme envidia sana de cómo te tomas la tesis. Porque se aprende por envidia (lo cual, a su vez, lo aprendí de Beatriz Gómez: Bea, gracias, sobra decirte porqué). Gracias a Antonio, quien siempre tiene algo que aportar a tu trabajo, mostrando su interés –desinteresado- por ayudarte. Sus horas en el despacho, sus paseos por el campus y sus conversaciones sobre la vida. Gracias, Luis, por el café de vez en cuando que cae en la universidad, por las risas –que caen, también-. Luis, quien me hace recordar que todo va a ir bien, porque, oye, para eso hacemos las cosas como las hacemos, porque hacerlas a medias, está feo, ¿verdad, Luis? O Como dice Álvaro, que las cosas se hacen o no se hacen, pero no se intentan. Gracias, Álvaro, aunque a ti decirte porqué es tan imposible en unas líneas como ridículo intentarlo. Ale, David y Maite, joder, un descubrimiento del 2012. Un gran descubrimiento. Lo mismo te acompañan a un café que a tu debut como dj, no tiene precio. Algo tenéis en la cabeza, como todos los doctorandos, pero sois grandes. Quedan muchas noches este curso todavía.

Gracias a gente que no está en Pamplona, pero que igualmente hace que todo tenga un poco de sentido. Gracias, Pablo. Gracias por hacerme ver, aunque sea por Facebook, que no soy la única que está currando a las 3 de la mañana. Gracias por hacerme ver que no estoy loca, que son los demás (ja!). Gracias por enseñarme que queda gente que se dedica en cuerpo y alma por lo que quiere, aunque sea lejos de la familia y en una habitación de 4 metros cuadrados a una hora en metro de casa. Y gracias por todo. Me acuerdo, entonces, de Beatriz Iraburu. Gracias, Beatriz, porque nunca me olvidaré de que tú eres la única capaz de haber visto la hiedra que abrazaba las lápidas de Theo y Vincent Van Gogh en tu viaje a Auvers.

Más gente que no está aquí pero me acuerdo de ellos. Gracias, Nacho, por la visita a la universidad y el tiempo en la cafetería. Y gracias por todas las cosas bonitas que haces, sabes que tienes un don del que siempre he intentado aprender. Aunque sea copiándote. Gracias, Vir, mi indie londinese, que me acuerdo mucho de ti, no se por qué muy bien pero así es. Gracias, Bea, por recordarme cada vez que hablamos que mi vida es muy aburrida (no, en serio, gracias por enseñarme lo que es echarle un par a la vida). Gracias, Aurte, que aunque estés lejos lejos, sé que estarás bien, porque eres la persona más camaleónica que conozco. Gracias, Leire, que cada vez nos vemos menos, pero me acuerdo mucho de ti. Leire, para los que no lo sabéis, fue la persona que me enseñó que si quieres una cosa tienes que intentarlo; vaya, que fue la chiquita que con 20 años se presentó en casa de Elvira Lindo para hacerle una entrevista. Así, sin más. Gracias, Leire, eres grande.

Vaya, que me he ido del tema, que era este blog. Pero cómo veis este blog es un poco de mi vida, y mi vida está llena de estas personas que me enseñan lo que sé.

Ayer hablaba con Diana Martinez, quien seguro hace unas maravillosas visitas guiadas en el museo de Ourense y hará una interesantísima tesis sobre Xaime Quessada, que la cosa en el mundo cultural no está bien y que los jóvenes no hacemos sino saltar de beca en beca. Y es verdad, la cosa está muy mal. Pero, bueno, de momento nos divertimos como podemos con lo que más nos gusta, el arte. Gracias a Nicola, Jose Antonio Barcia, Pilar DM, Ana (de Camila y el Arte), Montaña Hurtado, Ramuntcho y demás blogs de arte (me dejo muchísimos, lo sé, pero sería imposible citarlos todos) por seguir en la red haciendo más fácil este momento que es, pues eso, difícil.

Gracias a los más de 200 alumnos que iban todos los miércoles a las clases de Cultura Visual en la universidad para que la mendas les contara lo poquito que sé. En especial a Raquel, Eli, Bea S. T., Ofelia, Carlos, Marcos, Diego, Jone, Jon Ander, B. Montabes, Seda, Arturo, Ramón, Saioa, Laura, José Andrés y muchos más, por hacer posible el nacimiento de Vagón 293. Gracias a la sonrisa de Paula Parcha, que te alegraba la mañana, y sus incondicionales Melanie, Waleska, Lasa, Carmen, María Requena, Pablo Moral, Carlos y Manu. A las majetonas de Miriam, Amaia, Clara, Beatriz. A Blanca, que me trajo un detalle de la exposición de Warhol. A Juliette, que siempre que me ve me promete un regalo. También a Manu (con quien comparto la adoración por Turner), Bati (porque siempre alegra encontrárselo por los pasillos) e Iker (amigo y compañero, ya, de departamento). Alberto (a quien le robaría todas las camisetas de los Clash) y Edu (a quien le robaría todas las de Rancid, Transplants y Operation Ivy), a los dos, quienes me acompañaron más de 15 horas de viaje para ver a Tim Armstrong y me enseñan kilos de música que, si no es por ellos, jamás llegaría a mis manos. Se enfadarán por citarlos pero no me importa. Amaia y Nora, gran pareja, cualquier cosa que diga es poco, mejor conocerlas. Todos buena gente. Y me dejo, pero de todos ellos aprendí algo.

Lo dicho, gracias. A todos.
El 2012, guay, pero esperemos que el 2013 sea todavía mejor.

Zuriñe
@zurinelafont
para @elarteporelarte