Libros: Malestar en los museos, de Jean Clair

 Malestar en los museos es de esos libros difíciles de contar. Jean Clair no necesita demasiada explicación porque su postura es clara en este tema: un placer elitista, ¿por qué no? 

Jean Clair, cuenta en el prólogo de este libro, que ha amado el arte apasionadamente. Con el tiempo, mira más atentamente, con una pasión más exigente. Malestar en los museos, cuenta, “nace de una decepción”. Intentar explicar con palabras propias lo que Clair expone sería un atrevimiento por mi parte, así que se expondrán a continuación algunas de las enseñanzas que nos deja en sus páginas. Porque Clair, además de un buen crítico de arte, es un buen escritor. De esos que reparten entre sus párrafos frases que te dejan congelado.

* Jean Clair (París, 1940) fue conservador del Museo Nacional de Arte Moderno en París, del gabinete de arte gráfico del Centro Pompidou, conservador general del Patrimonio en 1989 y director desde esa fecha hasta 2005 del Museo Picasso de París.

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Malestar en los museos
Jean Clair
2011
Ediciones Trea
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¿Tiene que ser el museo un lugar para todos?
“Un placer elitista. ¿Por qué no? Las élites de nuestros días no hacen otra cosa que sobrevivir. ¿No podemos protegerlas, simplemente? ¿Es esta una diversión de intelectual, inaccesible al neófito?”. Esta reflexión viene, lógicamente, del propio título del libro. El placer de una visita al museo ha terminado por sucumbir a la fatiga que supone realizarlo: “la cola, interminable; después, el barullo, la avalancha, el tumulto”.

El museo abierto. ¿Abierto, como una herida que va a infectarse?, ¿como una ciudad que va a ser ocupada por el ejército?

Quizá el museo no sea para todo el mundo. Solo para una minoría que realmente acuda a apreciar lo que allí se muestra. En otras palabras, se va a aprender: “Si no se trata mas que de gestionar flujos, como se regulan los lux, ¿por qué aceptar, en el ámbito del amor al arte, sutil mezcla de saber y de fe, lo que no aceptaríamos en el ámbito del saber ni en el ámbito de la fe?”. Por saber se refiere al público amante del arte con previos conocimientos. Por fe, en cambio, se refiere al público que acude a la exposición a pasear, con la creencia de que no es necesario saber nada, pues las obras se comunicarán por ellas solas. De ahí las continuas decepciones. Se pregunta el autor, ¿por qué mezclar gente que acude con objetivos distintos?: “¿Qué imán no impediría la entrada a su mezquita al curioso que no se quita los zapatos?”.

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Para ir a un museo hay que estudiar
Es una de las partes más interesantes del libro de Clair. Es la vez que mejor encuentro explicado este aspecto: no se va a un museo de paseo. Nadie encontrará en las exposiciones nada interesante si nada sabe de ellas: “Existe la ingenua creencia de que los cuadros o las esculturas que allí se conservan nos hablan directamente, se comunican con nosotros sin que tengamos que hacer el esfuerzo de entender lo que representan“.

Solo una vez que se ha explicado qué es, provocan en el visitante curiosidad, fascinación y temor

Es decir, hay que estudiar los objetos de un museo para poder disfrutar de la visita hasta ellos. Es verdad que se puede disfrutar de los aspectos formales de las obras: sus colores, su armonía… todo lo que llamamos belleza, “pero la delectación sigue presuponiendo la existencia de un objeto, cuyo origen y sentido debemos conocer”. Porque, explica Clair, la belleza, privada de sus cimientos, cae en el vacío. Nos delectamos sin saber por qué, sin saber de qué. “Creer que obtenemos placer de una obra cuyo sentido somos incapaces de comprender es como recorrer con la mirada un texto en una lengua extranjera, una sucesión de signos impresos de los que nada sabemos”.

 

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El museo cenotafio: los museos de nuestro tiempo
En la parte final del libro trata en concreto de los museos de hoy, los museos de arte contemporáneo de nuestros días. La idea general no es en exceso positiva. Bien al contrario, cree que la mayoría se construyen sin colección, como tumbas sin cuerpo: “¿Qué importa que, desde hace muchísimo tiempo, no haya nada, nada que comprar, nada que mostrar, que no haya nada que mirar, que no existan colecciones, siempre y cuando salga a la luz un edificio impresionante, signo resplandecinente de una modernidad sobrevenida, y que será llamado Museo de Arte Contemporáneo o, mejor, mac? “

El Guggenheim de Bilbao, y el de Nueva York, dos monstruos marinos vallados en la orilla

Jean Clair, para poder explicar su concepción de los museos de arte contemporáneo, pone dos famosos ejemplos: los Guggenheim de Bilbao y Nueva York. “Convendría intentar comprender en un futuro por qué las dos arquitecturas más sorprendentes de los museos de arte moderno de los últimos años han adquirido la forma de dos monstruos marinos vallados en la orilla: el Guggenheim de Nueva York, enorme amonita medio enterrada en las riberas del East River y los terrenos de Central Park, y el Guggenheim de Bilbao, caparazón inspirado en el límulo y el cangrejo, en la otra orilla del mismo océano”.

Su visión sobre estos dos edificios es dura, y clara: “Pero estos dos moluscos son cáscaras vacías, muertas, inanimadas. […] Porque si se va a Bilbao no es para descubrir allí colecciones que no hay, sino para maravillarse ante una arquitectura desconocida y fantástica”

VALORACIÓN:

  • Un libro para tener en la estantería de casa
  • Se lee rápido (118 páginas)
  • Sus contenidos son de fácil comprensión (continuas explicaciones y ejemplos)
  • Es fácil sentirse identificado en su malestar
  • Contenido muy actual (museos y arte contemporáneo)
  • Escrito por una autoridad como es Jean Clair
  • Hace pensar, pues sus afirmaciones rotundas crean debate en cada una de sus páginas