Arte contra el calor

Esta es la realidad: termómetros que rozan los 40 grados. Y los que no tenemos un casa con vistas a la playa y piscina privada lo hemos probado todo, hasta quedarnos en las puertas del El Corte Inglés a que nos llegue la brisa de su aire acondicionado.

Nos empeñamos en buscar planes contra el calor que muchas veces no van más allá de un centro comercial. Es verdad, se está a gusto, pero ¿y lo fresquito que se está en un museo?

Debido a la conservación de las obras, en especial de las pinturas, las salas deben mantenerse a una temperatura específica. Siempre: los 365 días del año, las 24 horas del día. Así que tanto en verano como en invierno, está perfecto para dar un paseo largo. Según el Ministerio de Cultura, la conservación en los museos debe ser también preventiva, no sólo actuar después, cuando el daño ya está hecho. Por ejemplo: estar muy atento al control orgánico de plagas (hay que tener en cuenta los grandes almacenes con los que cuentan los museos), el mantenimiento de las salas (limpieza y revisiones periódicas) y, por supuesto, las condiciones ambientales. Es decir, la humedad, la contaminación, pero también la temperatura.

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Tiene que ser controlada todo el año entre 18ºC y 24ºC, permitiendo fluctuaciones entre los dos extremos pero controlando una fluctuación diaria de más o menos 3ºC. Es decir, sin cambios muy bruscos en un solo día. La temperatura normal en un museo, de media, suele ser 23 grados.

Y mejor todavía si tienen fuente, como el exterior del Museo Guggenheim Bilbao:

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O hasta terraza, como el Museo Thyssen, de Madrid:

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