Tengo un amigo a quien, tras repetidas llamadas de atención, echaron de la Capilla Sixtina por sacar fotografías de las pinturas de Miguel Ángel. Yo le decía que no entendía porqué nos empeñamos en perder tiempo sacando fotos, en vez de disfrutar de lo que estamos viendo: Tienes esas pinturas en libros y en internet a una definición que jamás conseguirás con tu cámara. Pero le entiendo. En el fondo cuando sacamos una fotografía no queremos, al menos la mayoría, una obra de arte; sino tener un testimonio, una prueba de que he estado en algún lugar y poder recordarlo cuando vuelva a ver el álbum. O llegar a casa tras el viaje y enseñarlo: Mira, estuve aquí.

Aún así, y aunque muchos de los museos todavía se empeñen en no permitir sacar fotografías, veo mucho más de positivo que de negativo en todo esto. Cuando visitas el Museo de Bellas Artes de Bilbao te piden la cámara, ellos la guardarán mientras tu recorrido. A la salida, la recoges. Poco sentido tiene si todas las obras están colgadas en internet y puedo conseguirlas a través de la red. Vamos, que si tenía algún objetivo perverso con mi cámara, no lo evitan así. Lo único que puede pasar es que más personas conozcan las obras del museo y, a lo mejor, se animen así a visitarlo. Es evidente que nadie se contenta con ver la fotografía de la obra si lo que le interesa es ver la obra en directo.
Arturo García, de El Diario Vasco entrevistó hace dos años a Nancy Proctor, directora de Nuevas Tecnologías del Museo Smithsonian: Permitir la difusión de las imágenes del arte es fundamental, es muy importante porque es un bien, no es un robo al museo. Para mí es frustrante toparme con esas trabas, tipo cartel que dice ‘prohibido pasar’.

Habla también de un cambio en la contemplación del museo, que hoy va bastante más allá de las audioguías. Antes, el museo hablaba y el visitante escuchaba. Hoy, el museo es un nudo, un enlace entre la gente. En definitiva, hay un diálogo, un intercambio de conocimiento. ¿La realidad virtual cambiará nuestra forma de mirar el arte? Es solo una de las interesantes preguntas que responde Nancy Proctor para el Diario Vasco.
Hay un fotógrafo interesante que dedicó una serie completa a los “guardianes de los museos”, como él los llama. Es decir, aquellas personas que su tarea consiste en custodiar las obras de artes de las salas, un bonito trabajo y a veces poco agradecido. El fotógrafo es Andy Freeberg y la serie se llama Guardianes de los Museos de Arte Rusos. Gracias, María, por enviarnos esta información.



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