El Puente: Kirchner y Nolde

Die Brücke (El Puente) es la tendencia artística de un grupo de pintores alemanes expresionistas reunidos en Dresde entre 1905 y 1913.En 1913 “La crónica” de Kirchen provoca la disolución de este grupo de artistas.

Es, por tanto, un grupo contemporáneo al Salón en el que los fauves recibieron el bautismo de Vauxcelles; pero el encuentro de sus fundadores se remontaba a tiempo antes, a 1902, según el esquema cronológico de las peripecias del colectivo que trazaría Kirchner.

Según informan los historiadores de masdearte, la unión se produjo en Dresde y, junto a Kirchner, fueron sus fundadores Bleyl, Heckel y Schmidt-Rottluff. Un año después se les unieron Nolde y Pechstein y, ya en 1910, Otto Müller. Van Dongen, que había expuesto junto a Matisse, De Vlaminck y Derain en el Salón, fue miembro de Die Brücke al año siguiente y favoreció su comunicación con los fauvistas.

¿De dónde surge el nombre del grupo?
El sentido de su nombre lo anunciaba la carta con la que el grupo invitaba a Nolde a sumarse a él: Uno de los objetivos de Die Brücke es el de atraer a sí a todos los elementos revolucionarios y en fermento, y esto lo dice su mismo nombre: puente. Las bases ideológicas no eran tan claras, pero el pegamento que debía mantener unidos a unos y otros era el impulso de destrucción de las viejas reglas y de realización de la espontaneidad de la inspiración. Kirchner, prácticamente el jefe, escribió: El pintor transforma en obra de arte la concepción de su experiencia (…). No hay reglas fijas para esto.

Los expresionistas de El Puente apostaron por la destrucción de todo canon que pudiera obstruir la fluida manifestación de la inspiración inmediata. Los expresionistas no aceptaron someterse a leyes o disciplinas, solo a las presiones emotivas del propio ser. Esa fuerza psíquica y psicológica de la inspiración se manifestó de forma clara en estos artistas solo hacia 1910, y no en todos: sobre todo en Kirchner, Nolde y Müller y bastante menos en el resto.

Pero algo da una fisionomía particular a estos artistas: su obra no es casi nunca agradable, hedonista o brillante; hay en ella algo de estridente, grosero o híbrido. Las influencias francesas son visibles, pero son recibidas sin excesivas preocupaciones formales, de modo -podríamos decir- apresurado y desordenado. Para ellos el contenido superaba al apremio de la perfección formal. Estilísticamente, podemos señalar estridentes colores, trazos caóticos y angulosos, temas llenos de ansiedad y deformaciones que señalan la inquietud psíquica del autor.

Imagen relacionadaPrograma y características
Según explica Calvo Serraller, los fundadores del grupo (Kirchner, Heckel y Schmidt-Rottluff) fueron tres estudiantes de arquitectura que vieron en la pintura una forma de liberación. Eligieron voluntariamente el nombre del movimiento, con el que pretendían afirmar la unidad entre ellos y su franqueamiento al futuro. Además, en 1906, publicaron grabado en madera su programa que redactó Kirchner, alma y guía de todos ellos.

¿Qué defendía el programa? La idea principal fue defender que el arte debía ser una expresión directa de la vida, el valor de la sensación inmediata y personal y su plasmación sin interferencias. Adoraban la escultura de los primitivos de África y Oceanía, los antiguos grabados de madera y, más contemporáneo, a Van Gogh.

Sigue explicando Calvo Serraller que el grupo cultivó hasta el exceso lo instintivo en su vida cotidiana, sin cortapisas morales ni límites higienistas, y por tanto su existencia se vio envuelta, al menos durante la primera fase, en un clima de fuerte desequilibrio emocional, que propició la exageración de los rasgos pictóricos.


EMIL NOLDE
(1857 – 1956)

Perteneciente a una familia de campesinos, fue aprendiz de un fabricante de muebles, asistió a clases nocturnas en la Kunstgewerbeschule de Karlsruhe y trabajó en diversos lugares de Alemania. En 1892 se trasladó a Sankt Gallen, en Suiza, para impartir clases de dibujo en la Kunstgewerbeschule. En 1898 su destino fue Múnich, donde pretendía dedicarse plenamente a la carrera de pintor. Estudió en diversas academias privadas y durante 1899 residió en París, donde asistió a la Académie Julian y se sintió fascinado por la obra de Vincent van Gogh y Paul Gauguin. Fuente.

En 1907 aceptó la invitación de formar parte del grupo expresionista Die Brücke (El Puente). Sin embargo, dos años más tarde lo abandonó debido a las diferencias de edad y temperamento con sus jóvenes compañeros, para seguir su propio camino centrado en temas de inspiración bíblica. Cuando en 1911, la Secession berlinesa rechazó algunos de sus cuadros, Nolde tomó parte en la formación de la Neue Sezession.

Quizás emulando a Paul Gauguin, en 1913 se embarcó en una expedición al Pacífico de la Oficina Colonial Alemana y tuvo la oportunidad de visitar Rusia y muchos países asiáticos. Gracias a este viaje conoció gran número de culturas lejanas, por las que se sentía atraído como la mayoría de los expresionistas. Con su reputación consolidada, Nolde construyó en 1927 una casa en Seebüll, muy cerca de su lugar de nacimiento y de la frontera con Dinamarca, que tras su muerte se convertiría en la sede de la Fundación Ada y Emil Nolde.

Atardecer en otoño, Emil Nolde, 1924.

Atardecer en otoño, 1924. Explica Paloma Alarcó en el catálogo del Museo Thyssen, donde reside la obra, que Emil Nolde pintó esta obra en su nativa Schleswig, que se convertiría en Dinamarca después de la guerra. En esa zona Nolde había adquirido una casa en 1916 en la que pasaría largas temporadas cada año. Esta melancólica pintura representa el paisaje llano de la zona, con sus características grandes nubes, en medio de una agitada tormenta, que le confieren un aspecto de turbadora amenaza. Los colores se hacen más saturados y están cargados de connotaciones simbólicas y emotivas. Desde sus primeros pasos como pintor, Nolde había concedido una especial significación al colorido. Como escribía en su autobiografía, para él los colores «tienen vida propia, lloran o ríen, sueñan o juegan». El uso de colores vivos, aplicados en el lienzo sin mezclar, otorgaba a sus obras una significativa similitud a las experiencias expresionistas de comienzos de siglo. Además, durante toda su trayectoria artística Nolde se preocupó de forma especial de la plasmación de sus emociones internas, no sólo por medio del color, sino también a través de una estética de formas distorsionadas. Sus paisajes, construidos siempre a partir de un sentimiento de unión con la naturaleza, pueden interpretarse como deudores del carácter germánico que le vincula a los artistas románticos alemanes como Friedrich. 

Emil Nolde, 1915.
Cristo entre los niños, Emil Nolde.

Cristo entre los niños, 1910. Entre la variedad de temas de su obra, sobresalen sus cuadros religiosos, muchos de ellos centrados en escenas del Evangelio, con Jesús de Nazaret como protagonista. El expresionismo  buscó reivindicar el valor de lo subjetivo en el arte, la plasmación de la visión interior del artista- la expresión-, liberando la mirada del objetivismo naturalista, o de los límites impuestos por la simple impresión sensorial. En el año 1910, realizó la obra Cristo entre los niños, siguiendo el tema de Cristo de los Evangelios. Este tema se inspira en pinturas célebres pintadas por otros artistas de tendencia más clásica. Este lienzo se caracteriza por la utilización de un empaste grueso y violento , en el que cabría reconocer la admiración por Van Gogh . El del museo neoyorquino es uno de los mejores exponentes del género, que conjuga un genuino fervor religioso y una forma de expresión feroz . 

Aunque Nolde no se vio inmediatamente afectado por la llegada de los nacionalsocialistas al poder en 1933 y su ideología nietzschiana era cercana en algunos aspectos a la nazi, en 1935 se retiraron sus pinturas de los museos y una treintena de ellas fue incluida en la exposición Entartete Kunst (Arte degenerado) en 1937. Posteriormente, en 1940, el Estado confiscó su producción de los dos últimos años, momento en el que Nolde comenzó su extensa serie de Cuadros no pintados, que mantuvo escondidos en su casa de Seebüll.


ENRST KIRCHNER
(1880 – 1938)

Durante su infancia su familia se trasladó repetidas veces, instalándose finalmente en Chemnitz, donde acudió a la escuela elemental. En 1901 ingresó en la Facultad de Arquitectura del Colegio Técnico de Dresde. En el invierno de 1903 asiste en Munich al Taller Experimental para Artes Puras y Aplicadas; allí entra en contacto con el exotismo asociado al Jugendstil. Se interesa por el neoexpresionismo y por pintores como Toulouse-Lautrec, Vallotton y Van Gogh. En Nurenberg apreció las xilografías de Alberto Durero.

En 1904 vuelve a Dresde y continúa sus estudios; pinta con Fritz Bleyl, Erich Heckel y Schmidt-Rottluff, con quienes funda Die Brücke en 1905. De esta etapa hay que destacar cuadros como Muchacha con sombrilla japonesa, una obra fauvista con brillantes amarillos y rosas; la figura, la sombrilla y el fondo decorativo están agolpados en el plano frontal del cuadro, creando una estructura de salpicaduras de color abstractas. En Calle de Dresde (1908) representó un grupo de figuras curvilíneas vagando en un mundo de sueños.

Kirchner: Mujer bajo parasol japonés
Mujer con sombrilla japonesa, 1909, Kirchner.

En 1910 conoce a Otto Mueller en Berlín, adonde se traslada junto con algunos miembros de Die Brücke, y se une a Max Pechstein en la fundación de MUIM. En Berlín, Kirchner descubriría el tema de la gran urbe con las calles llenas de gente, los escaparates y las luces, y lo traspasó a la tela con una vitalidad que refleja el bullicio optimista de la ciudad, transmitiendo una sensación que no empañan el oscurecimiento del color y el drástico endurecimiento del dibujo, con los contornos rotos y los personajes convertidos en formas agudas. El contraste entre Calle de Dresde (1908), y Calle de Berlín (1913), ambos en el MOMA de Nueva York, o Cinco mujeres en la calle (1913), ilustra claramente el cambio entre su primera época y el lenguaje de su madurez artística.

Kirchner: Plaza Nolledorf (Berlín)

A partir de 1911 Kirchner se establece en Berlín, escenario que utilizó para sus obras, de donde extrajo la esencia del urbanismo tanto en su aspecto más positivo como en el negativo, chocando la tensión de los edificios y la industria con la energía propia de cualquier gran ciudad.

Cinco mujeres en la calle (1913), de Ernst Kirchner.

Cinco mujeres en la calle, 1913. Representa a cinco mujeres vestidas a la moda del momento, con trajes y posturas aparentemente normales. Pero, si miramos un poco más, vemos una imagen fría, calculada, frívola e incluso decadente. Las figuras están estáticas, casi petrificadas. 

En 1915, como consecuencia de la guerra, Kirchner sufrió una grave crisis física y psíquica que lo llevó a retirarse a Suiza, cerca de Davos, donde permanecería el resto de su vida pintando con un cromatismo de renovada agresividad. Allí crearía las imágenes más brillantes de los Alpes que quepa imaginar. Del encargo de unos decorados teatrales para el Coro de Davos-Frauenheim surgirían en 1920 Gran Bosque y Paisaje de montaña, dos gigantescas representaciones de esa naturaleza primigenia cuya fuerza se sintetizaba en el contraste violento entre los tonos rosas (a los que reduce peñascos y troncos) y el verde chillón de las praderas.