Dificultades personales que uno se encuentra al hacer la tesis doctoral

Como algunos me habíais pedido que escribiera los consejos que suelo dar en las sesiones con doctorandos de la universidad, me he animado a escribir algo un poco más personal pero que creo que muchos os podréis ver identificados. Los consejos sobre calendarios, citas, diseño… quedaron en este post. Ahora trataré de exponer los problemas personales que uno se encuentra más allá de la tesis en sí y que yo me he encontrado en mi caso particular y en el de algunos colegas.

1. Es importante cumplir el calendario, pero sin llevarse disgustos por no cumplir los plazos.
Uno de los consejos que se daban en el anterior post era la elaboración de un calendario de entregas, donde tengas apuntado -mejor con postit– cuándo entregarás cada parte de tu tesis. ¿De aquí al final de la tesis? Pues por locura que parezca, sería mucho mejor. La clave de organizar un espacio de tiempo tan extenso (un año, dos, tres…) es organizar bien cada uno de sus días. Así que ten en cuenta los días de entrega sabiendo que estos se van a mover, porque en el momento que lo hiciste no contabas con imprevistos que han ido surgiendo.

Si no lo asumes así, cometerás el error en el que caí yo. Me imaginaba terminando una maratón, donde la cinta de llegada la sujetaban mis dos directores y, cuando iba a llegar a la meta, volvían a alejarse. La desmotivación y el cansacio que produce esta sensación se puede evitar siendo consciente de que hay que reajustar las fechas todo el tiempo, y no pasa nada.

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Tú quieres ver el final, pero la línea de meta se retrasa, y se retrasa…

2. Desmonta la idea de que la tesis es sumar capítulos y hacer transiciones. 
Ir por el capítulo 3 de 4 no supone que tener hecho un 75% de la tesis. A veces pensamos que funciona así, pero no tenemos en cuenta que una vez tengamos en la mano el bruto entero de nuestra tesis, con introducción y conclusiones, es el único momento en el que nuestro director puede hacerse cargo de lo que queremos contar. Entonces, y sólo entonces, podrá hacer las correcciones fuertes: desorden de capítulos, eliminación e incluso ampliación de algunas partes para compensar esas eliminaciones. Date cuenta que has escrito durante 5 años sabiendo a dónde querías llegar, pero ellos no lo podían adivinar. Esto supone que una vez tengas el bruto, cuenta con al menos 4 ó 5 meses para que puedan leerla, asimilarla y proponerte cambios. Refleja estos meses si puedes en el calendario de entregas, mover la fecha de depósito es bastante desmoralizante y es precisamente lo que intentamos evitar.

Tengo que decirte, además, que los cambios que te propongan te van a gustar. Es decir, no te imagines estos cambios como algo que hacer a regañadientes. Muy al contrario, puedo asegurarte que estarás de acuerdo en la mayoría. Así que estate positivo a la hora de recibir estos cambios estructurales. Verás que todo tiene mucho más sentido.

3. Eres capaz de hacer más cosas en menos tiempo en el último año, pero también es cierto que cada vez cuesta más trabajar. 
Durante este último año me he enfadado muchas veces conmigo misma. Había días que eran perdidos. Incluso podía pasar una semana entera en la que no había escrito ni una línea que mereciera la pena, sabiendo que no había tiempo para perder. Esta situación me dio muchos quebraderos de cabeza, hasta que simplemente la acepté. No todos los días uno es capaz de escribir.

En la asignatura de Cultura Visual suelo ver con los alumnos una entrevista en vídeo de Antonio López donde explica su trabajo. Sin ánimo de comparar ambas tareas, creo que su manera de explicar puede tranquilizar mucho y entender porqué no todos los días se produce igual. El trabajo de escribir tiene, también, algo de artístico.

4. Escribir introducción y conclusiones sin haber acabado la tesis. 
Si este punto lo lee un director de tesis, posiblemente no esté de acuerdo conmigo. Pero, como siempre, hablo desde la propia experiencia. Hay días, uno no sabe muy bien por qué, que tiene las cosas más claras. Quizá porque sales de una reunión con tu director o has tomado el café con otro doctorando. El caso es que tienes clarísimo cuál es la hipótesis de tu tesis y cómo llegar a resolverla. Perfecto: escríbela. No será la introducción definitiva, ni las conclusiones, pero te aseguro que el día que te toque escribirla y recuperes ese documento, te sorprenderás de lo lúcido que estuviste. En primer lugar, porque no tenías el tiempo tan encima como al final, lo cual hará que esté mejor escrito y con más gusto, y en segundo lugar, porque no tenías la presión de que fuera definitiva.

Sin duda, además, va a ayudarte a ir comprendiendo de dónde partes, cómo vas a llegar, y a dónde llegas. Todo lo que suponga esforzarte por explicar la tesis te va a ayudar en el 100% de los casos. Te vas a sorprender de que tú mismo, en mitad de la explicación, caes en la cuenta de algo nuevo que no sabías que sabías.

5. Hablar con los demás de mi tesis.
La tesis es un trabajo solitario. Si, por lógica, eres el que más sabes del tema, por lógica también, eres al único que le interesa, al menos en el mismo nivel que a ti. Eso, muchas veces, hace que no compartamos nuestro trabajo. Publicar está muy bien, pero habla con los demás. Otros doctorandos o compañeros de departamento pueden aportarte puntos de vista diferentes muy interesantes: cómo solucionaron ellos los mismos problemas, quizá te puedan aconsejar algún libro que desconocías… Habla, habla y habla. Además, de nuevo el punto anterior, todo lo que suponga explicarte a ti mismo te hará un favor. Te irás dando cuenta de que en los últimos años das cosas por sentada que la mayoría desconoce. Enhorabuena: vas por buen camino.

Doctorandos… si no nos apoyamos entre nosotros, ¿quién lo va a hacer?

6. Es tu tesis. Escucha a tu alrededor, pero lo justo y necesario. 
Opinar es gratis y lo último que necesitas al terminar es que nadie te diga cómo deberías haber hecho algo que ya está terminado. Todo lo que no sean apoyos o ideas constructivas, las agradeces y las olvidas. Es tu tesis. Es tu tesis. Es tu tesis. Sí, lo he escrito tres veces, por si acaso lo habías leído por encima. Pero no basta con decirlo, te lo tienes que creer, ¿sabes por qué? Porque vas a tener que defenderla tú. Ese día, cuando el tribunal te pida que expliques algo, no puedes señalar a tu director y decir: no sé, lo dijo él. No no, las ideas son tuyas y eso significa que sabes argumentar porqué están ahí y no aparecen otras.

Confía en tu proyecto y no tomes decisiones por miedo: “ellos saben más”. Seguramente, pero sólo tú eres consciente plenamente de tu tesis, así que quizá tú sabes si algo es oportuno y pertinente. Confiar en tu tesis hará que tomes las decisiones más acertadas.

Confía, también, en tu intuición. Muchas veces, y creo que esto nos ha pasado a todos, sabemos que tenemos que hacer algo pero no sabemos explicar por qué. Bien, esto es un problema y sobre todo de cada a los directores o quien te corrija. Pero escúchate. Las intuiciones son mensajes de uno a uno mismo, así que hazte caso, posiblemente le encuentres el sentido después. La tesis es un trabajo que hace que tengas muchos autores, libros e ideas en la cabeza, y eso hace que en el momento no encuentres la razón. No importa, hazte caso.

Los investigadores somos gente intuitiva, escúchate
Los investigadores somos gente intuitiva, escúchate

7. La soledad del proceso.
Hay mucha gente que nos ayuda. Desde el director leyéndonos, hasta nuestra madre llamándonos en un día malo y aguantando que le contestemos mal. Eso es maravilloso, la tesis es una prueba de la gente que está de verdad contigo y sin ellos sería imposible llegar hasta el final. Pero, no nos engañemos, el proceso de investigación es muy solitario.

Todos nos sentimos un poco Bob Esponja, por diferentes motivos.

No todo sale a la primera. Quizá ni a la segunda, ni a la tercera. Pero vamos, como todo en esta vida. ¿Y sabes qué? Que eso es una señal de que vamos en buen camino. Si todo lo que entregamos, si cada capítulo no tuviera corrección y todo estuviera bien… Algo fallaría. Así que cada vez que recibas cambios o correcciones, por duros que sean, recuerda que eso es estar más cerca del final.

8. Las dificultades suelen acelerar el trabajo. 
Ya lo sé, ya lo sé, tampoco estoy diciendo que las dificultades son bienvenidas y me encanta tenerlas. PERO, y aquí viene el argumento, es que cuando uno se encuentra con una de ellas, pone más esfuerzo en resolver la cuestión. Esto hace que por un momento seas más resolutivo, más práctico y cojas impulso para lo siguiente. Recuerda cuando Mario Bross cogía una seta que le permitía ir mucho más rápido durante unos segundos, esa es un poco la sensación.

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9. Pase lo que pase, no es para tanto, nada es tan importante. 
Durante los años que he dedicado a mi tesis doctoral han sucedido cosas poco agradables, entre ellas, he perdido a varios familiares y otros han caído muy enfermos. No sé si ese es el motivo, pero me ha hecho recordar que la tesis no es tan importante. O lo es, pero siempre en su justa medida. Antes que la tesis, siempre, están las personas. Os pongo un ejemplo: el día de mi depósito, el autor sobre el que hacía la tesis publicó un libro, seguramente uno de los más importantes de su trayectoria. ¿Pasa algo? No, no pasa nada. ¿No vas a morir mañana verdad? Pues eso, tienes un futuro entero para trabajarlo. Piensa en lo más horrible que pueda pasarte respecto a tu tesis y, luego, pregúntate, ¿de verdad es tan horrible?

10. Cuidado con la superexigencia. 
A pesar de que mi tesis abordaba un tema artístico, estos años he sentido un gran interés por la psicología, y, en concreto, por la psicología cognitiva, así que libros sobre cómo pensamos me han acompañado este tiempo. Esta idea la cojo de Rafael Santandreu, un psicólogo catalán bastante famoso porque ha publicado varios best sellers estos últimos años en todo el mundo. La superexigencia, explica, puede hacer mucho daño y bloquear tu trabajo. Y, además, no se corresponde necesariamente con unos buenos resultados, incluso todo lo contrario.

No todo tu tiempo tiene que estar dedicado a la tesis. Desconectar te ayudará a que las horas dedicadas sean más productivas.

A mí, personalmente, me ha servido afrontar una idea: quizá no es la mejor tesis, pero sí la mejor que he podido hacer. Tú eres tú y tus circunstancias, que posiblemente casi nadie sepa. La tesis perfecta no existe, todos haríamos una diferente. La sensación de paz y tranquilidad te la da saber que es lo que más puedes dar de ti, sin pedirte objetivos irreales.