♫ | Harry Nilsson – Everybody´s Talkin

Una joven cabizbaja que ha cerrado su libro. Hay una flor tendida en el suelo. Solo referencias espaciales por unas líneas de fuga gracias a las maderas del piso. Sentada en un elegante sillón estilo Imperio. Y ahora le pregunto, ¿usted retrataría así a cualquier modelo? Winslow Homer tampoco. Entonces, ¿quién era esta mujer?
Es Helena de Kay, con 25 años, y estaba completamente enamorado de ella. Tampoco era muy difícil que pasara. Acuarelista, de familia acomodada y mentalidad progresista, formaba parte del grupo que en 1877 fundaría la Society of American Artist en Nueva York . Allí también estaría el hermano de Helena, editor de arte y literatura del New York Times y mecenas de Homer, quien le acercó a Helena.
¿Qué le hace tan íntimo? Fácil, el pintor siempre representaba a las mujeres en exteriores. Ahora no. Helena se sienta en un escenario interior muy sobrio. ¿Para qué? Para captar el lado más introspectivo e intimo de la persona retratada. No, no era un retrato cualquiera. Ni para él, ni para ella; pues fue el regalo de bodas de Helena de Kay, quien guardó el lienzo durante toda su vida.
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